Ninguna relación puede funcionar si no aceptamos a las personas como realmente son en su vida pública. Como seres humanos tendemos a querer cambiar a los demás y hacerlos a la manera que a nosotros nos parecen que deben ser.
Es cierto que debemos ser una influencia positiva para los demás; no hay nada malo que imitemos lo bueno de ellos y que ellos, a su vez, imiten lo bueno de nosotros, pero los cambios que se realizan en una persona deben hacerse porque ella así lo desea y no por nuestro afán de cambiarla.
Hay seres humanos que no tienen amigos, porque quieren que las personas con quienes se relacionan sean perfectas, pero, hasta donde se sabe, aún no nace la persona perfecta, solamente el ente perfecto es Dios.
Todos tenemos defectos. Muchos de nuestros defectos son productos de la herencia de nuestros padres y abuelos, la educación, el medio. Cuando una persona confía en nosotros y nos demuestra su afecto, debemos ver lo positivo que hay en ella y la oportunidad de enriquecernos aprendiendo de sus virtudes y aceptándola con sus defectos, que son muchos.
Muchas de las grandes amistades que han existido se han formado entre personas totalmente diferentes tanto en carácter como en pensamiento, y muy diferentes entre sí. El cine y la televisión, a través de su historia, han creado a los personajes de muchas de sus series basados en este simple principio.
Es importante entender que todos somos diferentes y que la verdadera amistad consiste en armonizar nuestras diferencia y apreciar más a fondo lo mejor de nuestros amigos, aceptando aquello que no es placentero, pero que forma parte de su carácter y personalidad.
La lealtad es quizás la característica, por excelencia, de una buena amistad. Algunas veces, por trabajo, estudios u otras preocupaciones, no es posible muchas veces ver a los amigos con la frecuencia que quisiéramos. Llamar a nuestros amigos por lo menos para saludarlos ó escribirles, y saber cómo están tanto de salud como por su familia, es una forma de lealtad; obviamente olvidarnos de ellos es una deslealtad de nuestra parte.
Quizás la forma clásica de demostrar lealtad hacia nuestros amigos, es impedir a toda costa que otras personas hablen mal de nuestros amigos, cuando no están presentes y no se pueden defender de ese ataque. Esto no es fácil. Es necesario armarse de valor para decirle a quien habla mal, que se detenga en ese momento, y que si tiene que decir algo de nuestro amigo ó amiga, que lo diga de frente a las personas que insultó.
También se demuestra la lealtad estando con nuestros amigos ó amigas en las buenas ó en las malas. Especialmente si están enfermas. Es más, la verdadera amistad se demuestra en los momentos de prueba, en los momentos más difíciles.
Es muy común que cuando una persona vive en la prosperidad le sobren amigos. Esto es fácilmente observable entre los artistas de cine, los deportistas famosos, y otras personas que hacen vida pública y ganan por supuesto mucho dinero. Pero, ¿qué sucede cuando se acaba el dinero? La gran mayoría de los pseudo amigos desaparecen de la faz de la tierra. En una verdadera amistad no hay interés material, el único interés que prevalece es el que se tiene por la persona misma. Interés por disfrutar juntos lo positivo de la vida; interés por crecer juntos; interés por aprender juntos; interés por disfrutar de la compañía de los amigos sin importar si son ricos ó pobres, si te pueden dar algo ó no.
Muchas personas tienen amigos sólo para su beneficio propio. El interés genuino se manifiesta en las personas, no en las cosas materiales.
Como amigos podemos sentir empatía y solidarizarnos especialmente con el sufrimiento de quienes queremos de verdad. Los verdaderos y auténticos amigos tienen la capacidad de entender y compartir los problemas, los sentimientos, las alegrías, en fin, las emociones en sí mismas, pero sin hacer juicios. Cualquier alegría es mucho más grande, cuando se comparte con alguien; cualquier tristeza es más llevadera cuando se puede descargar en un amigo ó una amiga.
somos las mejores amigas del mundo, somos recocheras ,amable,respetuosas,y sobre todo somos amigas y estamos unidas en las buenas y las malas
miércoles, 23 de febrero de 2011
ejemplos de sinceridad
Nada irrita tanto a los padres como las mentiras de sus hijos. Y tienen razón, porque desde el momento en que la duplicidad se insinúe en el corazón de su hijo o de su hija, no será ya posible el ambiente de confianza, la atmósfera se hará pronto irrespirable. Pero con frecuencia olvidan los padres que son precisamente ellos quienes desde el principio deben dar a sus hijos ejemplo de la más escrupulosa sinceridad.
Es necesario formar a los niños en la franqueza. Tanto más porque, siendo la mentira un medio cómodo de defensa para los seres débiles, constituye pronto para el niño una permanente tentación; como, por otra parte, su juicio no está todavía formado, existe el riesgo de que poco a poco se deje envolver en sus propias mentiras. Ahora bien: quien no sabe distinguir lo verdadero de lo falso está muy cerca de no poder distinguir el bien del mal.
En un medio familiar y escolar donde se observa cuidadosamente la franqueza, existen todas las probabilidades para que la mentira del niño sea accidental sin degenerar nunca en falsedad.
La menor falta de sinceridad por parte de los padres es la ruina de su autoridad moral. Aun cuando el niño no lo manifieste, se produce en el fondo de su corazón una sorpresa dolorosa, una fisura en la confianza. El niño no perdona nunca la mentira. Recordemos que las reacciones del niño no son corno las del adulto. Como no posee el espíritu crítico ni el sentido de los matices, toma al pie de la letra lo que sus padres le dicen, sean promesas, amenazas o aun «profecías». He aquí a este propósito una pequeña historia auténtica:
Una niña de cinco años se disponía a salir con su tía. Le habían puesto un traje nuevo, que con amor habían hecho para ella las hábiles manos de su mamá. Y ésta, orgullosa, vio salir a su niña, diciéndole: «Se van a caer de espaldas de admiración cuantos encuentres, viéndote tan guapa». Transcurrió el tiempo del paseo. La tía y la niña regresaron a casa. Con la cara y gesto de enfado, «la señorita» se arranca su sombrero y lo arroja sobre un mueble...
«¿Qué tienes?», pregunta sorprendida la madre. «Ni uno solo de los que han pasado ha caído de espaldas al verme ... » ¡Amarga decepción! ¿Diréis que la pequeña era bastante tonta tomando al pie de la letra la predicción materna? Pero los niños toman siempre así lo que se les dice.
Si no se puede responder a una pregunta inoportuna o indiscreta de un niño, es mejor decirle sencillamente que no se le puede responder por tal o cual razón; pero nunca engañarle, por poco que sea.
No se dirá nunca bastante el mal que hacen a los niños esas historias de los reyes magos dejando juguetes en la ventana, o las fábulas ridículas de las cigüeñas para explicar el nacimiento de los niños. Los niños pequeños creen a sus padres como al evangelio. Algunos están dispuestos a pelearse por defender las afirmaciones recibidas. Cuando se dan cuenta -y esto ocurre uno u otro día- de que los han engañado, sufren una cruel decepción, aun cuando en el momento no sepan expresarla. En algunos temperamentos generosos, el abuso de confianza de que han sido víctimas puede hasta crear un verdadero traumatismo psicológico y moral.
Cuando contemos un cuento, tengamos cuidado de decir: «Esto es un cuento, una historia inventada, irreal.» Cuando, al contrario, contemos un relato del antiguo o del nuevo testamento, digamos: «Esto es verdadero». Es de mucha importancia no engañar una inteligencia ingenua dándole lo falso como verdadero. No os admiréis si después quedan los niños furiosos, decepcionados, afligidos, por haber sido engañados, o si continúan durante su vida considerando como del mismo plano lo sagrado y lo profano, o si para ellos la religión queda sencillamente como un mito maravilloso dado como alimento a los pobres hombres para embellecer su vida.
2º concepto de la sinceridad
La Sinceridad es un valor que caracteriza a las personas por la actitud congruente que mantienen en todo momento, basada en la veracidad de sus palabras y acciones.
Para ser sinceros debemos procurar decir siempre la verdad, esto que parece tan sencillo, a veces es lo que más cuesta trabajo. Utilizamos las "mentiras piadosas" en circunstancias que calificamos como de baja importancia, donde no pasa nada: como el decir que estamos avanzados en el trabajo, cuando aún no hemos comenzado, por la suposición de que es fácil y en cualquier momento podemos estar al corriente. Obviamente, una pequeña mentira, llevará a otra más grande y así sucesivamente... hasta que nos sorprenden.
Al inventar defectos o hacerlos más grandes en una persona, ocultamos el enojo o la envidia que tenemos. Con aires de ser "franco" o "sincero", decimos con facilidad los errores que comenten los demás, mostrando lo ineptos o limitados que son.
No todo esta en la palabra, también se puede ver la Sinceridad en nuestras actitudes. Cuando aparentamos lo que no somos, (normalmente es según el propósito que se persiga: trabajo, amistad, negocios, círculo social...), se tiene la tendencia a mostrar una personalidad ficticia: inteligentes, simpáticos, educados, de buenas costumbres... En este momento viene a nuestra mente el viejo refrán que dice: "dime de que presumes... y te diré de que careces"; gran desilusión causa el descubrir a la persona como era en la realidad, alguna vez hemos dicho o escuchado: "no era como yo pensaba", "creí que era diferente", "si fuese sincero, otra cosa sería"...
Cabe enfatizar que "decir" la verdad es una parte de la Sinceridad, pero también "actuar" conforme a la verdad, es requisito indispensable.
El mostrarnos "como somos en la realidad", nos hace congruentes entre lo que decimos, hacemos y pensamos, esto se logra con el conocimiento y la aceptación de nuestras cualidades y limitaciones,
En ocasiones faltamos a la Sinceridad por descuido, utilizando las típicas frases "creo que quiso decir esto...", "me pareció que con su actitud lo que realmente pensaba era que ..." ; tal vez y con buena intención, opinamos sobre una persona o un acontecimiento sin conocer los hechos. Ser sincero, exige responsabilidad en lo que decimos, evitando dar rienda suelta a la imaginación o haciendo suposiciones.
Para ser sincero también se requiere "tacto", esto no significa encubrir la verdad o ser vagos al decir las cosas. Cuando debemos decirle a una persona algo que particularmente puede incomodarla (pensemos en cosas como: su modo de vestir, mejorar su lenguaje, el trato con los demás o la manera de hacer y terminar mejor su trabajo), primeramente debemos ser conscientes que el propósito es "ayudar" o lo que es lo mismo, no hacerlo por disgusto, enojo o porque "nos cae mal"; enseguida encontrar el momento y lugar oportunos, esto último garantiza que la persona nos escuchará y descubrirá nuestra buena intención de ayudarle a mejorar.
En algún momento la Sinceridad requiere valor, nunca se justificará el dejar de decir las cosas para no perder una amistad o el buen concepto que se tiene de nuestra persona. Si por ejemplo, es evidente que un amigo trata mal a su esposa o a sus empleados, tenemos la obligación de decírselo, señalando las faltas en las que incurre y el daño que provoca, no solamente a las personas, sino a la buena convivencia que debe haber.
La persona sincera dice la verdad siempre, en todo momento, aunque le cueste, sin temor al qué dirán. Vernos sorprendidos en la mentira es más vergonzoso.
Al ser sinceros aseguramos la amistad, somos honestos con los demás y con nosotros mismos, convirtiéndonos en personas dignas de confianza por la veracidad que hay en nuestra conducta y nuestras palabras. A medida que pasa el tiempo, esta norma se debe convertir en una forma de vida, una manera de ser confiables en todo lugar y circunstancia.
Para ser sinceros debemos procurar decir siempre la verdad, esto que parece tan sencillo, a veces es lo que más cuesta trabajo. Utilizamos las "mentiras piadosas" en circunstancias que calificamos como de baja importancia, donde no pasa nada: como el decir que estamos avanzados en el trabajo, cuando aún no hemos comenzado, por la suposición de que es fácil y en cualquier momento podemos estar al corriente. Obviamente, una pequeña mentira, llevará a otra más grande y así sucesivamente... hasta que nos sorprenden.
Al inventar defectos o hacerlos más grandes en una persona, ocultamos el enojo o la envidia que tenemos. Con aires de ser "franco" o "sincero", decimos con facilidad los errores que comenten los demás, mostrando lo ineptos o limitados que son.
No todo esta en la palabra, también se puede ver la Sinceridad en nuestras actitudes. Cuando aparentamos lo que no somos, (normalmente es según el propósito que se persiga: trabajo, amistad, negocios, círculo social...), se tiene la tendencia a mostrar una personalidad ficticia: inteligentes, simpáticos, educados, de buenas costumbres... En este momento viene a nuestra mente el viejo refrán que dice: "dime de que presumes... y te diré de que careces"; gran desilusión causa el descubrir a la persona como era en la realidad, alguna vez hemos dicho o escuchado: "no era como yo pensaba", "creí que era diferente", "si fuese sincero, otra cosa sería"...
Cabe enfatizar que "decir" la verdad es una parte de la Sinceridad, pero también "actuar" conforme a la verdad, es requisito indispensable.
El mostrarnos "como somos en la realidad", nos hace congruentes entre lo que decimos, hacemos y pensamos, esto se logra con el conocimiento y la aceptación de nuestras cualidades y limitaciones,
En ocasiones faltamos a la Sinceridad por descuido, utilizando las típicas frases "creo que quiso decir esto...", "me pareció que con su actitud lo que realmente pensaba era que ..." ; tal vez y con buena intención, opinamos sobre una persona o un acontecimiento sin conocer los hechos. Ser sincero, exige responsabilidad en lo que decimos, evitando dar rienda suelta a la imaginación o haciendo suposiciones.
Para ser sincero también se requiere "tacto", esto no significa encubrir la verdad o ser vagos al decir las cosas. Cuando debemos decirle a una persona algo que particularmente puede incomodarla (pensemos en cosas como: su modo de vestir, mejorar su lenguaje, el trato con los demás o la manera de hacer y terminar mejor su trabajo), primeramente debemos ser conscientes que el propósito es "ayudar" o lo que es lo mismo, no hacerlo por disgusto, enojo o porque "nos cae mal"; enseguida encontrar el momento y lugar oportunos, esto último garantiza que la persona nos escuchará y descubrirá nuestra buena intención de ayudarle a mejorar.
En algún momento la Sinceridad requiere valor, nunca se justificará el dejar de decir las cosas para no perder una amistad o el buen concepto que se tiene de nuestra persona. Si por ejemplo, es evidente que un amigo trata mal a su esposa o a sus empleados, tenemos la obligación de decírselo, señalando las faltas en las que incurre y el daño que provoca, no solamente a las personas, sino a la buena convivencia que debe haber.
La persona sincera dice la verdad siempre, en todo momento, aunque le cueste, sin temor al qué dirán. Vernos sorprendidos en la mentira es más vergonzoso.
Al ser sinceros aseguramos la amistad, somos honestos con los demás y con nosotros mismos, convirtiéndonos en personas dignas de confianza por la veracidad que hay en nuestra conducta y nuestras palabras. A medida que pasa el tiempo, esta norma se debe convertir en una forma de vida, una manera de ser confiables en todo lugar y circunstancia.
LA SINCERIDAD
La sinceridad no es algo que debemos esperar de los demás, es un valor que debemos vivir para tener amigos, para ser dignos de confianza…
Para ser sinceros debemos procurar decir siempre la verdad, esto parece muy sencillo, pero muchas veces cuesta más de lo que se cree. Se utilizan las ‘’mentiras piadosas’’ para ocultar cualquier cosa que para nosotros es una tontería, pero que en realidad a la persona que mientes haces daño, y esta pequeña mentira que en un principio nos es nada se va haciendo más y más grande hasta que la verdad se acaba sabiendo y sorprendiendo a quien mientes.La sinceridad no sólo se ve en las palabras, sino que también se demuestra por medio de nuestras actitudes.
Cuando se aparenta lo que no somos (en la edad, trabajo, amistad…) se tiende a aparentar lo que no se es (más joven, inteligente, educados…) Si se descubre la gran mentira que nos han hecho creer se nos viene a la memoria el refrán: ‘’Dime de que presumes… y te diré de que careces’’ y entonces se produce una gran desilusión ya que se pierden las esperanzas de lo que la persona no es en realidad.
También indicar que ‘’decir’’ siempre la verdad con palabras es una parte de la sinceridad, pero también hay que ‘’actuar’’ acorde con la verdad.
Para ser sincero se necesita tener mucho ‘’tacto’’ y esto significa que cuando debemos decirle a una persona la verdad de lo que pensamos y esta verdad la incomoda debemos utilizar las palabras, las expresiones correctas ya que el primer propósito es ‘’ayudar’’ a esa persona, y esto es necesario para que la persona escuché y vea que lo que se la dice va con buenas intenciones y sin ánimo de ofenderla.
La sinceridad también requiere valor ya que a la hora de decir la verdad a un amigo o a una amiga por ejemplo, el no decir la verdad no se puede justificar con no decirlo con el perder una buena amistad o por el concepto que se tiene de la persona.
La persona sincera siempre dice la verdad, en todo momento, aunque le cueste, sin temor al qué dirán. Ya que vernos sorprendidos mientras mentimos es más vergonzoso aún.
Al ser sinceros aseguramos nuestras amistades, somos más honestos con los demás y a la vez con nosotros mismos, convirtiéndonos en personas dignas de confianza por la autenticidad que hay en nuestra forma de comportarnos y nuestras palabras.
A medida que nos vamos haciendo más mayores, la sinceridad debe ir en aumento y debe convertirse en un elemento básico para vivir nuestra vida con auténtica plenitud y sinceridad.
miércoles, 10 de noviembre de 2010
REGION ANDINA
Los Andes configuran un complejo paisaje de tres cadenas montañosas de orígenes diferentes e independientes entre sí, separadas por los valles de los ríos Cauca y Magdalena, elevándose como una barrera entre las regiones amazónica - orinocense y la franja costera del Pacífico. Los procesos geomorfológicos de los Andes colombianos se ven reflejados en una geografía que incluye colinas bajas, montañas altas y escarpadas, volcanes, nevados, cañones, valles y altiplanos, que se levantan sobre las tierras bajas de América del Sur. Los cambios en el clima y en el paisaje, presentados en el recorrido altitudinal de estas elevaciones, se asemeja al observado desde el trópico hasta las zonas de alta latitud. En la porción tropical de los Andes por cada 1000 m de altura la temperatura disminuye 6 grados, pasando de clima cálido hasta las gélidas temperaturas de las nieves perpetuas.
Esta región se localiza entre los 0° 20 y 7° 21 latitud norte y entre los 72° y 78° longitud oeste, ocupando una extensión de 310.960 Kilómetros cuadrados
Dada su variabilidad altitudinal y la presencia de valles y enclaves, se produce el aislamiento de especies vegetales y animales, y de ecosistemas, favoreciendo con esto el desarrollo de endemismos y especializaciones, de gran significado para la biodiversidad del País. En un gradiente altitudinal, desde los ecosistemas tropicales, bosques andinos, páramos, hasta las nieves perpetuas, los andes constituyen un mosaico natural de alto valor ecológico para el hombre, lo cual se refleja en la alta densidad de población de esta región.
Los Andes colombianos estuvieron ocupados por grupos indígenas que alcanzaron altos niveles de desarrollo en orfebrería, alfarería, organización social y manejo de los recursos naturales. La mayoría desaparecieron durante la conquista y la colonia española , o se fundieron para dar origen a muchas formas de mestizaje. Actualmente sobreviven algunos descendientes de los aborígenes andinos, especialmente al sur, en el Cauca y Nariño, pero las presiones de la economía de mercado y de la cultura de masas, diluyen rápidamente su identidad cultural en una amalgama de culturas prefabricadas por los medios masivos de información y legitimadas por prácticas urbanas.
Las ciudades de mayor importancia económica se encuentran en las montañas y valles de la cordillera. En las laderas y piedemonte se desarrollan actividades agropecuarias. Esta concentración de población ha traído como consecuencia la transformación de la mayor parte del paisaje, con la consecuente destrucción de los ecosistemas primarios existentes, poniéndose en tela de juicio la provisión de servicios ambientales para las generaciones actuales y futuras.
En la región Andina se localizan los Parques Nacionales Naturales Catatumbo Barí, El Cocuy, Chingaza, Cueva de Los Guácharos, Las Hermosas, Nevado del Huila, Los Nevados, Paramillo, Cordillera de los Picachos, Las Orquídeas, Paramillo, Pisba, Puracé, Sumapaz, Tamá, Tatamá, Los Santuarios de Fauna y Flora Guanentá Alto Río Fonce, La Corota, Galeras, Iguaque, Otún - Quimbaya, y el Area Natural Unica Los Estoraques, para una extensión total de 221.141 kilómetros cuadrados protegidos.
Esta región se localiza entre los 0° 20 y 7° 21 latitud norte y entre los 72° y 78° longitud oeste, ocupando una extensión de 310.960 Kilómetros cuadrados
Dada su variabilidad altitudinal y la presencia de valles y enclaves, se produce el aislamiento de especies vegetales y animales, y de ecosistemas, favoreciendo con esto el desarrollo de endemismos y especializaciones, de gran significado para la biodiversidad del País. En un gradiente altitudinal, desde los ecosistemas tropicales, bosques andinos, páramos, hasta las nieves perpetuas, los andes constituyen un mosaico natural de alto valor ecológico para el hombre, lo cual se refleja en la alta densidad de población de esta región.
Los Andes colombianos estuvieron ocupados por grupos indígenas que alcanzaron altos niveles de desarrollo en orfebrería, alfarería, organización social y manejo de los recursos naturales. La mayoría desaparecieron durante la conquista y la colonia española , o se fundieron para dar origen a muchas formas de mestizaje. Actualmente sobreviven algunos descendientes de los aborígenes andinos, especialmente al sur, en el Cauca y Nariño, pero las presiones de la economía de mercado y de la cultura de masas, diluyen rápidamente su identidad cultural en una amalgama de culturas prefabricadas por los medios masivos de información y legitimadas por prácticas urbanas.
Las ciudades de mayor importancia económica se encuentran en las montañas y valles de la cordillera. En las laderas y piedemonte se desarrollan actividades agropecuarias. Esta concentración de población ha traído como consecuencia la transformación de la mayor parte del paisaje, con la consecuente destrucción de los ecosistemas primarios existentes, poniéndose en tela de juicio la provisión de servicios ambientales para las generaciones actuales y futuras.
En la región Andina se localizan los Parques Nacionales Naturales Catatumbo Barí, El Cocuy, Chingaza, Cueva de Los Guácharos, Las Hermosas, Nevado del Huila, Los Nevados, Paramillo, Cordillera de los Picachos, Las Orquídeas, Paramillo, Pisba, Puracé, Sumapaz, Tamá, Tatamá, Los Santuarios de Fauna y Flora Guanentá Alto Río Fonce, La Corota, Galeras, Iguaque, Otún - Quimbaya, y el Area Natural Unica Los Estoraques, para una extensión total de 221.141 kilómetros cuadrados protegidos.
Ubicación y Delimitación
Ocupa la tercera parte del territorio colombiano, comprende la parte central del país. Se extiende desde la frontera con el Ecuador hasta las llanuras del Caribe y desde la vertiente exterior de la cordillera oriental hasta la vertiente exterior de la cordillera occidental.
Comprende los departamentos de Nariño, Cauca, Valle, Huila, Tolima, Quindio, Risaralda, Caldas, Cundinamarca, Antioquia, Boyacá, Santander y Norte de Santander
Comprende los departamentos de Nariño, Cauca, Valle, Huila, Tolima, Quindio, Risaralda, Caldas, Cundinamarca, Antioquia, Boyacá, Santander y Norte de Santander
Aspecto Físico
Relieve. Con los tres grandes ramales andinos alternan los valles amplios como los del Magdalena y del Cauca, valles ubicados en la cordillera oriental como los de Chiquinquirá, Tenza, Tundama y Sogamoso, fecundas altiplanicies como las de Bogotá, Ubaté y Simijaca, alturas notables como Chiles, Cumbal, Azufral, Galeras; nevados: Tolima, Huila, Ruiz y Santa Isabel; el macizo colombiano. Presenta las principales estrellas fluviales del país donde nacen los ríos: Magdalena, Cauca, Patía, Saldaña, Coello, Sumapaz, Bogotá, Sogamoso, Lebrija, Zulia y Catatumbo.
Sobre la región andina descansan las lagunas de Tota, La Cocha y Fúquene.
Clima. En la región geográfica andina se disfruta de todos los climas determinados por los pisos térmicos. Los climas ardientes se encuentran en los valles del Magdalena, Cauca y en la zona del Catatumbo.
Flora y Fauna. Existe diversidad de plantas y animales que se desarrollan de acuerdo con los pisos térmicos.
Bellezas naturales de la región Andina
Sobre la región andina descansan las lagunas de Tota, La Cocha y Fúquene.
Clima. En la región geográfica andina se disfruta de todos los climas determinados por los pisos térmicos. Los climas ardientes se encuentran en los valles del Magdalena, Cauca y en la zona del Catatumbo.
Flora y Fauna. Existe diversidad de plantas y animales que se desarrollan de acuerdo con los pisos térmicos.
Bellezas naturales de la región Andina
Suscribirse a:
Entradas (Atom)